Por entre los senderos del agreste
y profundo desfiladero, te hallé con tu sonrisa
blanca, tus pómulos de coral blanco,
tus ojos negros de vivos colores, de rsplandores
de amor deseado en la esperanza de tu regazo,
y ¨ahorita¨ te veo y te deseo; olvidado ya el traqueteo
de la selva, de las noches bajo la lluvia y el tropical
estío. Caminamos junto al río y recoger el Espinazo del
diablo en un ramillete e interponerlo en nuestro recuerdo,
junto aquellas alocadas y tórridas noches amanecidas entre
sábanas apasionadas, entre tus cabellos azabache, entre tus
suaves piernas, hasta la médula de tus placeres.
En el suave y ardiente amanecer, olvidando tus violados derechos,
me besaste, ¡ñapanga de mis sueños!.
Aún recuerdo aquellas flores que juntos con tu tocado misak, que enloquecimos
bajo la bruma de aquel barranco del munay tejiendo
el canasto de nuestros sentidos que hicieron sonreír a
los rayos del sol.
Cuanto deseo, desde la cercanía de la distancia, el recorrer
entre indígenas para degustar contigo el ¨sudado de camarones¨, el
disfrutar de la comparsa, para amanecer sobre tu pecho en
el desnudo placer de la romántica laguna dulce
junto al pacifico océano
¡En el despertar del Cauca, que ¨ahorita¨, inunda nuestros deseos!