QUIÉN DIRÍA
¿Quién diría que en aquel rincón,
donde nadie miraba, escondido,
la menor agraciada arrastraba mi corazón
con la magia sutil de un beso prohibido?
Con un gesto temido, todo se encendía,
como un rayo fugaz en la oscuridad.
Y en su abrigo encontraba la valentía,
desafiando las normas de la sociedad.
Los rostros admirados perdían su brillo,
ante la verdad que el amor se adivina,
pues el alma sincera jamás lleva un destello
igual a la belleza de una luz divina.
La sorpresa latente, un giro de azar,
hizo que mis ojos aprendieran a amar.
Corazón Bardo ©