EL QUETZAL EN VUELO

LA NOCHE EXTRAÑA DE FIN DE CARNAVAL

 A veces los dioses, el universo o la embriagues de los astros nos lleva a escenarios no soñados y nos pide actuar. ¿Como hacerlo donde somos como un pez sacado del agua con destino a ser pescado? Mientras escucho la música estridente y movimientos alocados de todos, trato de abstraerme y refugiarme en el silencio de mi alma, pero también estaba siendo perturbada.

 

Dicen que los conquistadores, cuando llegaron al continente, crearon el festival de la carne a lo que ellos llamaban carnaval. Permitieron a los aborígenes tres días de desenfreno a cambio de que se abstuvieran de todo pensamiento y obra pecaminosa y así nació el festival de la carne, donde se prohíbe prohibir y el cuerpo y el alma se pasean por las páginas de Dante Alighieri.

 

Nadie niega la invitación de un cuerpo, el desborde del alcohol en una noche de juerga, los movimientos cadenciosos de la noche que serpentea entre la oscuridad del deseo y la luminosidad de esa invitación. Pero el cuerpo necesita   algo que lo endulce, como al café la miel. Los cuerpos requieren de un rito para entrar, no solo vaciarnos, cual tonka que acarrea material.

 

Si la divisa es prohibir prohibir, la tarjeta de circulación de esta noche es … A donde fueras hacer lo que vieras y así pase del sentimiento de pez fuera del agua al disfrute del valle de las sirenas como todo un bendecido frente a las setenta y dos vírgenes en un cielo abierto a la expiación y recompensa por lo que la noche fuera a traer al Teñir el alma de fiesta y disfrutar.

 

Al llegar al final de la noche, sentado en la arena de mi playa. Pensaba en la maravilla de la entrega salvaje y animalesca del cuerpo. Sin heridas, sin recuerdo, sin nostalgia. Lo que nunca pasa cuando entregas el alma, corazón y vida en una noche, que termina en un adiós o un poema. Sin embargo, la noche de ayer no dejo nada que no se pudiera arreglar con un borrón.

LENNOX

EL QUETZAL EN VUELO