El Corbán

DE PRONTO, TÚ

Tus ojos, dos brisas de fiebre y condena,

me aprisionan el alma con dulce rigor;

ninguna caricia, ninguna cadena,

me ató como ata tu feroz fulgor.

 

Tu voz es el eco que enciende mi aliento,

tu risa, el presagio de un mundo sin fin;

te llevas mis horas, te llevas mi tiempo,

y dejas mi vida rendida a tu piel.

 

Que ruja la duda, que ardan los sabios,

que muerdan su envidia los labios ajenos;

si amarte es locura, que cierren los labios,

pues solo en tu sombra mi pulso es eterno.

 

De pronto llegaste, furiosa y callada,

rompiendo la muerte que fue mi existir,

y ahora mi sangre te grita, entregada,

que todo en mi pecho nació para ti.