Habito un cuerpo ajeno,
una sombra que no me pertenece.
Si pudiera olvidar aquello que fue en vano
y en la ternura desvanecer mi alma rota.
Sería entonces una flor en calma,
pero no soy tan pura,
ni poseo un ser delicado.
No tengo en mí:
el poder de concebir ternura,
ni la dicha de trascender con palabras.
Ni un verbo que unifique mi vida.