Donde arribes, sueña
Y cuando vayas, vengas, donde arribes,
haciendo gran halago a quien le escribes,
conserva este consejo, cual requiebro,
muy dentro de tu plácido cerebro
y nunca te detengas, no te cribes.
Por tanto, sigue el mar, llena de aljibes
los sueños, al instante, que deshebro
las fibras del laurel, junto al enebro.
Las piérides y náyades también,
de modo que construya un gran edén
de prosas y versares sorprendentes.
Y cuando vayas, vengas, veas nodo...
al hilo deshebrado, ponle clientes
y al verso que das vida, dale todo.
Samuel Dixon