En la penumbra donde el sol no asoma,
las almas vagan, su luz se desploma.
Un eco profundo resuena en el aire,
susurros de sombras que el tiempo no pare.
Las risas se ahogan en mares de llanto,
cada lágrima es un grito, un quebranto.
Las miradas perdidas, como estrellas lejanas,
buscan respuestas en noches tempranas.
Cada día es un peso que arrastra la mente,
un laberinto oscuro, un camino ausente.
Las sonrisas son máscaras que ocultan el miedo,
un juego sin reglas, un eterno enredo.
En los espejos se asoman fantasmas,
reflejos distorsionados que nunca son almas.
El corazón late en un ritmo cansado,
como un tambor sordo de sueños olvidados.
Las voces del viento traen ecos lejanos,
historias de vidas que fueron en vano.
Los sueños se rompen como cristal frágil,
y la esperanza se siente un susurro ágil.
Perdidos en sombras, buscamos la luz,
pero el camino es confuso y nos da su cruz.
Las manos temblorosas se aferran al aire,
mientras el alma lucha por no desmayarse.
El dolor es un río que fluye sin tregua,
una tormenta eterna que nunca se apregua.
Y aunque a veces brillan destellos de vida,
la oscuridad pesa como una herida.
Juli_07