A tu edad me quedan tantas preguntas,
pasan los años y parece distante.
Pero persisten buenas memorias,
que me mantienen ante el vacío constante.
Y aunque tu dulce presencia se ha ido,
nuestro cariño te evoca en el alma.
Aunque ya no percibo tu esencia y cariño,
ni tu voz, que nos brindaba calma.
Pero sigues en mi día a día,
en lo que soy, en cómo voy creciendo.
En cómo entiendo esta travesía
por las lecciones que fuiste dejando.
En tu amor por los gatos,
en la fortaleza de no detenerme,
aunque a veces la vida pese a ratos,
y aunque el camino intente perderme.
Porque vivir es una lucha constante,
y la felicidad, un reto apremiante.