JUSTO ALDÚ

HIJO DE TIGRE Y MULA (Gral. Omar Torrijos Herrera) II PARTE.

El 11 de octubre de 1968, tras derrocar al recién electo presidente Arnulfo Arias, el general Omar Torrijos tomó las riendas del país e instauró un régimen militar que marcaría profundamente la historia de Panamá. Lo que comenzó como un golpe de Estado se transformó rápidamente en una dictadura con un control férreo sobre los medios de comunicación y la oposición política.

Uno de sus primeros actos fue la expropiación de los principales diarios del país, entre ellos El Panamá América, una medida que buscaba eliminar cualquier voz crítica que pudiera desafiar su autoridad. La censura se impuso de manera implacable: las emisoras de radio y televisión fueron vigiladas, los periodistas perseguidos y cualquier intento de disidencia fue sofocado antes de que pudiera cobrar fuerza. Los escritores y poetas tenían que escribir sobre la revolución o eran censurados y en última instancia encarcelados. Lo recuerdo porque un familiar tuvo que exiliarse por la amenaza.

El régimen no se limitó a controlar la información. Con mano de hierro, Torrijos ordenó la represión de líderes sociales, sindicalistas y opositores políticos. Heliodoro Portugal, activista y defensor de los derechos humanos, fue uno de los más emblemáticos casos de desaparición forzada. Arrestado sin explicaciones, su paradero permaneció desconocido durante décadas, hasta que sus restos fueron hallados en una fosa común en el 2000. Su historia es solo una de tantas que marcaron una era de terror y represión.

Las sombras de los llamados \"vuelos de la muerte\" sobre la bahía de Panamá generaron un miedo aún mayor. Se decía que decenas de opositores eran arrojados desde aeronaves sin paracaídas, una táctica que sembró el pánico y el silencio entre quienes osaban desafiar al régimen. Aunque estas historias nunca fueron oficialmente documentadas, el temor que generaron ayudó a consolidar el control absoluto del poder por parte de Torrijos.

Para dotar de legitimidad a su régimen, Torrijos impulsó la creación de una Asamblea de Representantes de Corregimientos, un cuerpo que, en la práctica, estaba bajo su control. Este organismo redactó la Constitución de 1972, la cual incluía el polémico artículo 277, que lo declaraba como el \"líder supremo y absoluto del gobierno de Panamá\" con nombre y apellido, un hecho sin precedentes en la historia política mundial. Además, el artículo quedó abierto a futuras modificaciones, dejando la puerta entreabierta para la perpetuación de su mandato.

Los primeros años de la dictadura de Omar Torrijos estuvieron marcados por la censura, la represión y el temor. Sin embargo, a pesar de su carácter autoritario, su régimen también tomó medidas que transformaron el país, desde reformas sociales hasta la negociación de la reversión del Canal de Panamá. Su legado sigue siendo objeto de debate, pero su llegada al poder dejó una huella indeleble en la historia panameña.

 

Contexto histórico-político

Yo quiero dejar bien claro que Panamá no fue la excepción, sino la Regla. Tal como lo dijera GARCÍA  MÁRQUEZ Durante el siglo XX, América Latina fue escenario de múltiples dictaduras militares que se instauraron con el pretexto de combatir el comunismo y preservar el orden. Ese siempre ha sido el \"cuco\" para que el imperio Yankee domine con sus intereses el hemisferio. Por eso muchas de estas dictaduras fueron apoyadas por la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos (CIA), que veía en ellas un muro de contención contra la expansión de ideologías de izquierda en la región.

Países como Argentina, Chile, Brasil, Paraguay, Uruguay y Guatemala vivieron largos periodos de represión, en los que miles de personas fueron desaparecidas, encarceladas o ejecutadas. Un denominador común entre muchas de estas dictaduras fue la formación de sus líderes militares en la tristemente célebre Escuela de las Américas, ubicada en la Zona del Canal de Panamá. En esta institución, que más tarde sería rebautizada por el expresidente panameño Jorge Illueca como la \"Escuela de Asesinos\", se enseñaban técnicas de tortura, represión y contrainsurgencia a los militares que luego implementarían regímenes de terror en sus países de origen.

Uno de los casos más emblemáticos fue el de Chile, donde el general Augusto Pinochet derrocó al presidente democráticamente electo Salvador Allende en 1973, instaurando una dictadura feroz con el respaldo de la CIA. En Argentina, la dictadura militar de 1976-1983 implementó el terrorismo de Estado, desapareciendo a miles de opositores en un sistema de represión sistemática. En Paraguay, Alfredo Stroessner gobernó con mano dura durante más de tres décadas, consolidando uno de los regímenes más largos y represivos de la región, pero también recuerdo la del General Efraín Ríos-Montt de Guatemala, porque estuve para esas fechas en el país hermano. Rios-Montt era un dictador brutal y fanático religioso. Tristemente célebre por \"La masacre de las  Dos erres\" donde todo un pueblo fue ajusticiado y para ahorrar balas los echaron vivos en un pozo.

En Haití, Jean Claude Duvalier (Papa Doc) quien con sus tontoons-Macutes daban aquellas palizas a los detenidos que cuando salían de presidio los llamaron zombies confundiendolos con personas poseídas por el vudú y porqué no mencionar a Rafael Leonidas Trujillo de Rep. Dominicana, el asesino de las Mariposas.

Estas dictaduras dejaron profundas cicatrices en la sociedad latinoamericana, marcadas por la violencia estatal, la desaparición forzada y el exilio de miles de ciudadanos. Y afirmo que el comportamiento disociativo de estos militares son congruentes con la  BIPOLARIDAD. Es decir, tenían dos personalidades.

Con el paso del tiempo, muchos de sus líderes fueron llevados ante la justicia, pero el impacto de su legado sigue presente en la memoria colectiva de la región.

 

 

JUSTO ALDÚ

Panameño

Derechos reservados / marzo 2025