El Ermitaño Soñador

LOS NIÑOS DE AÑOS DORADOS

En la senda del tiempo, bajo el sol dorado, 

caminan con paso lento, los sabios del pasado. 

Niños de los años dorados, 

sus historias son ríos de amor, 

que fluyen en sus ojos achinados. 

 

Sus manos son mapas, sus risas, melodías, 

tejiendo las memorias de las viejas alegrías. 

Dieron todo por su pueblo, su fuerza, su aliento, 

se alzan como faros, guardando el conocimiento. 

 

Cada surco en su piel, un relato escondido, 

cada ruga es la huella de un sueño vivido. 

Resisten al tiempo, con firmeza y ternura, 

su vejez es un canto, un himno de la cultura. 

 

Caminan despacio, como desafiando el viento, 

su andar es un baile, un acorde de tiempo. 

Con sabiduría susurran vida y enseñanza, 

regalando al presente su eterna confianza. 

 

Oh, dignos ancianos, del pueblo su esencia, 

en cada arruga se siente la presencia 

de quienes construyeron, con amor y con fe, 

un legado brillante, que no ha de perecer. 

 

Así siguen sus pasos, en esta tierra amada, 

grandes niños dorados, en su lucha callada. 

Que siempre su andar nos recuerde el camino, 

pues en su sabiduría, hallamos lo divino.