Paulo Cristodero

AÚN ESTOY A SALVO

La profecía más temible no se cumplió.

Los discípulos de Machiavelo,

no lograron inocularme.

La peste sobrevoló mi cabeza

y potenció mi consciencia.

Aún estoy a salvo

del letargo acrónico de las emociones;

del aburrimiento, la abulia,

la desidia y el apogeo.

A salvo de los demagogos, los mesiánicos,

y de mis supuestos pecados;

de no quedar atrapado 

en el prodigioso mundo de lo abstractro,

ni en el realismo riguroso.

Puedo verme a la distancia

por un camino que no se bifurca;

hasta puedo verme en la oscuridad.

Mi corazón...

está más encendido que nunca.