Siento en el alma unas ganas inmensas de llorar
y es ahí donde te encuentro, en mis sábanas, cuando las lágrimas empiezan a resbalar.
Eres el vapor que, entre mis dedos
se cuela suave, silencioso,
y me encuentras...
cuando me tocas la cara,
como el ardiente sol y su fulgor.
Y cuando llega la noche
con sus cantores,
entras por mi ventana
a robarte mis sueños,
mis ojos, mis ilusiones.
Mi dulce niño de ojos acaramelados
tienes en la sonrisa las más bellas joyas,
y en tus labios, la suavidad del alba.
La desmesurada calma de una risa,
ese tintineo brillante que me atrapa,
me envuelve, me tienta...
a besarte las comisuras,
donde guardas la dulzura de tu corazón,
donde brotan las palabritas de amor.