Hay ciertos momentos, que nos sentimos isla de reposo en medio del mar de la vida, y quien a ella logra llegar se olvida de la tormenta pasada. Ella nos invita al solaz descanso, el agua que la rodea es limpia pura y sin apenas murmullos. La lluvia es suave como los pétalos de una rosa de pitiminí. Allí la niebla suele reir, y la oscuridad es como la misma luz gozando de idéntica belleza. Deseo brindar por el día de mañana, pues el de hoy será breve. Aquí pensamos seguir en la misma posición, estática, tranquila, observando como la brisa peina la copa de los pinos impregnándolos con aroma a sal y yodo, bajo el cielo azul con ligeras nubecillas blancas.