Cuando la vida miraba
desde mi niñez amada
por la ventana entreabierta
de un patio con lucernario,
veía la triste vigilia,
vacía y amordazada,
de personas enlutadas
en la cabeza y el alma.
Cuando la vida hoy diviso
desde mi vejez odiada
por el balcón entreabierto
de mi casa solitaria,
veo la triste existencia,
atada y encarcelada,
de personas enfermadas
sin sueños, sin esperanza.
JOSE ANTONIO GARCIA CALVO