Tus palabras, Tony, como dagas afiladas,
han cruzado mi camino en más de una ocasión,
y aunque tus comparaciones intenten acorralarme,
no me hallas, ni me encuentras en lo que buscas.
¿Qué sabes de mí, más allá de tus juicios ciegos,
que ni el tiempo ni el alma logran medir?
Soy sombra y luz, pero no la que te imaginas.
Has señalado mi nombre, como quien lanza un desafío
a un caballero que no teme la guerra,
pero cada palabra tuya, como un viento impetuoso,
se desvanece ante la firmeza de mi espada literaria.
No soy lo que tus ojos desean,
no soy el eco ni la sombra de un alma ajena.
Yo soy la chispa que avivó mi propio fuego,
la daga que se forjó con sudor, con sacrificio,
y que cortó las cadenas de las expectativas.
Me comparas, me señalas,
pero en ese gesto no encuentras más que vacío,
porque cada uno de nosotros es un universo
en constante expansión,
y no importa cuántas veces repitas mi nombre
ni lo pongas junto al de otro.
La poesía es vasto océano,
y cada verso que lanzo es mi corriente única
que surca sus aguas con la fuerza de mi ser.
Sé que buscas una respuesta en la defensa de mi honor,
pero lo que ofrezco es más que eso.
Mi alma no se rinde ante la crítica,
ni ante el aliento venenoso de quienes no comprenden
que la pluma no es solo tinta sobre papel,
es la fuerza de una vida que se expresa,
la marca de una existencia que se enfrenta al caos.
Así que, no, no soy el reflejo de nadie.
Ni Elthan ni otro más me habitan.
Yo soy Loizz, y mi seudónimo,
Karonte, mi guía a través de las sombras,
es mi legado, mi nombre propio,
y ni tus comparaciones ni tu juicio
podrán arrebatarme lo que soy.
Te desafío, Tony, a mirar más allá
del laberinto de tus expectativas,
a ver la poesía no como una guerra de egos
sino como un campo de batalla donde el verdadero
enemigo es la indiferencia,
el miedo a conocer lo que no entendemos.
Es tan fácil caer en la trampa del juicio
y señalar con el dedo al que no encaja en el molde,
pero esa es la tiranía de la ignorancia
que se viste de sabiduría sin comprender el alma
que hay detrás de cada verso que nace.
Me dicen que el arte es la batalla de los nombres,
pero sé que el verdadero arte es la lucha por la verdad,
y esa verdad, Tony, es la que no puedes ver
en tus comparaciones vacías.
No lucho por ser lo que otros esperan,
ni por encajar en un molde que no fue hecho para mí.
Mi poesía es mi escudo,
mi pluma es mi espada,
y al igual que un caballero que nunca retrocede,
yo avanzo hacia el horizonte
sin miedo a lo que se cruza en mi camino.
Así que detente, amigo,
y mira más allá del eco de tus propias expectativas.
No soy el reflejo de ningún otro,
soy la forja de mi propio ser,
y lo que lanzo en cada palabra es la esencia de mi alma.
Que la comparación se deshaga en el viento
y que la verdad, como mi espada,
corte las sombras de la ignorancia.
Acepto tu reto, pero no en términos de lucha,
sino en un duelo de visiones,
un combate de perspectivas que no buscan ganar,
sino entender.
¿Ves ahora, Tony?
Las comparaciones caen cuando el alma arde
en su propia verdad.
No soy un eco, ni la sombra de nadie más,
soy el reflejo de mi propio fuego,
y al final, este duelo no será más que un canto
a la libertad de ser quien realmente soy.