Recuerdo aquella tarde, una como cualquier otra pero no y nunca un olvidado día,
y a lo lejos la vi, diminuta, tierna y frágil, así la vi mientras daba mis pasos curiosos por ir a ella.
Pequeñas patitas llenas de energía, conteniendo aquel espíritu inocente.
Pelos y dos colores distinguiendo aquella forma que nos dio alegrías,
pequeños ladridos que causaron tanta emoción y anunciaban que aquella cachorra ya crecía.
Lilito, mi pequeña lilito, la negra y dorada que en mi corazón seguirá con vida.