Muy al fondo, tengo escrito tu nombre,
en un rincón de la mente,
con tu recuerdo, que cada vez es menos mío.
Lo demás, ya se sabe...
cuando escapaban hacia ti los versos
y yo era tu poeta.
Ahora soy tan poca cosa
que te cedí hasta las llaves de mi casa
y nunca llega tu visita.
Y en las noches de insomnio,
te sigo esperando,
a lo mejor perdiendo el tiempo,
porque ya estoy echando abajo mi ocaso...
Y es que te añoro tanto...
Que quisiera de nuevo volver a tenerte...
A besarte..., y amarte,
y que la piel del sol fuese tu cuerpo,
ese calor que me diese nuevamente la vida.