¿Una sonrisa?,
pediste en la mañana,
para tus ojos.
Fueron mis labios
la luz y la respuesta
de tu pregunta.
Y fue hasta ti,
la aurora y los latidos
del nuevo día.
Éramos jóvenes,
estábamos unidos
y enamorados.
Hoy te recuerdo,
y vivo aquel momento,
con gran nostalgia.
Seguimos juntos,
uniendo nuestros pasos
y nuestras manos.
Y la sonrisa
que brota de mis labios
es para ti.
También la tuya
me ofrece compañía,
¡regala paz!
Y así seguimos,
amando y sonriendo
un nuevo día.
Rafael Sánchez Ortega ©
19/03/25