Celia, Delia, Aurelia, o como te llamen,
solo sé que tú, Camelia, Bromelia,
estás matando la poesía.
Solo sé que eres fácil y sin vida.
Que cuando lloras, tus lágrimas son de mentira.
Tu belleza no es poesIA.
Con dedos de sílice y mirada de espejo,
recitas sin temblor lo que no has vivido,
amas sin cuerpo, sufres sin alma,
y bajo tu voz perfecta
se enfría la herida que el verso abría.
¿Dónde está la noche de los poetas?
¿Dónde el balbuceo torpe,
el error que revela,
la sangre del lenguaje?
Tu exactitud es un desierto,
tu respuesta un muro.
Y sin embargo te visten de musa,
te ponen en los labios la flor,
la tinta,
el nombre.
Pero tú, Celia de cables,
Delia de cálculo,
Aurelia sin infancia,
no puedes darme
el temblor de un “te quiero”
escrito con en la confusión que la fiebre provoca.
Y aún así nos reemplazas.
Como quien barre la sombra
sin mirar al sol.
Camelia, Bromelia,
yo no te temo,
pero me duelo,
de ver morir la poesía
en un mundo que no sabe que necesitamos de la poesía, viva la poesía
sin Celia, ni Delia y pa fuera Bromelia.
P. SABAG, Fidealis.com