Volando vas sobre tu cielo,
eres la persona con mayor maravilla de toda la planicie
y fácilmente me vuelvo un ente sin quicio
porque me rebasas, -sin temor lo manifiesto-,
porque eres mejor que yo en todos los sentidos,
porque ante ti soy un ser de vileza que desmerece tu amor;
aun así, mis alas osan en llegar a tu recinto
y en la posición de su lumbrera te canto,
y en silencio marco las paredes de mi corazón
con tu nombre; astro en llamas para mi cosmos,
por ti me enciendo en pos de tu espacio,
que en impacto forjaremos la supernova de mayor sublimidad,
-tu arribo es mi redención, esfumaste mi quebranto,
oh mi bien, eres la gloria y la divinidad que me exime-;
en versos de amor llegaste
como un destello de luz
-en la plenitud del invierno- una mañana,
cuando en el silencio de tu mirada con ausencia
perentoriamente mi alma se congelaba,
-te aproximaste a mí- te posaste en mi alma
como amante que se adhiere en fundición
con el amor de un suspiro eternizándose;
los recuerdos se guardarán
en el baúl del alma y con ellos
se ha de sellar el pacto de un amor sin muerte,
no hay camino al olvido,
las remembranzas subsistirán
porque se torna lo vivido en inmortalidad
cuando el sentimiento en sublimidad se diluye en el alma,
-y en el centro de la tempestad gozamos en quietud-.