Ambrosía en tus Labios
Te bebí sin miedo,
como quien bebe la eternidad en un suspiro,
como quien encuentra en unos labios el néctar secreto de los dioses.
Fuiste ambrosía en mi boca,
dulce hechizo que ardía y sanaba,
festín prohibido que devoré,
sin pensar en la resaca del olvido.
Ahora solo queda el eco de tu sabor,
una caricia suspendida en la brisa,
una gota dorada en mi memoria
que nunca vuelve a tocar mi lengua.
Y me pregunto.
¿Fuiste un regalo del destino o la condena de un hambre infinita?