Ya es otro tiempo, hoy solitario, ya es de piedra mi asiento,
ausente de cuidado, aburrido, así tal me siento,
aquí descendido en el suelo,
dirigiendo la mirada al confín de lo obscuro...
Dando adiós al placentero gusto,
a dejar de envidiar tu rostro que un día fue bello,
y colocaba mis flores en tu tiesto, y luego brotaban en tu lecho.
¡Oh Dios! Desde entonces cuánto desconsuelo...
Ya es otro tiempo, hoy solitario, ya es de piedra mi asiento,
lánguido, de un amor antes feliz, hoy muerto,
expirando ya entre mis labios, tu nombre y tu acento,
agitado por el llamado mal del desgraciado...
Aquí parado, en amargo duelo,
con la mente recordando toda mi felicidad de antaño,
que fue paloma y de mi corazón ha volado,
por eso mismo escribo cosas de los tiempos del No-Do...