Caminando por la orilla del mar,
comienzo a reflexionar,
como si aquella orilla me estuviese invitando
a mirar los acontecimientos de mi vida.
Como una película que me invita a observar
y apreciar el paso de mi existencia por esta vida.
¿Debiese sentirme satisfecha por lo vivido?
¿Debo, acaso, quejarme por algo?
¿He tenido una buena vida?
Pero la brisa del mar y el sonido del oleaje
me invitan a decir que sí.
Sí, porque estoy aquí,
pudiendo contemplar esta maravilla
que me regala la vida,
permitiéndome sentir la esperanza y la fortaleza
de decirle a la dificultad:
Esto también pasará,
como la marea que retrocede y retorna,
dejando en la arena las huellas de una vida vivida,
de una batalla ganada.