Amor mío, el mar calla tu risa,
y en su oleaje errante se derrama
el último esplendor de aquella brisa
que enredó nuestro amor sobre la cama.
Las velas de tu voz, altas y tensas,
se pierden en la espuma de mi boca,
y el viento, con sus alas tan inmensas,
desgarra el horizonte y a nuestro amor lo desordena.
Eras mi faro, mi canción, mi puerto,
y ahora soy un buque abandonado,
un eco de gaviota en un mar abierto.
Si la madrugada vuelve al mar enamorada,
si tu mirada cruza velozmente mi desierto,
mi soledad, con las primeras luces te ha encontrado.