En esta magna profundidad de las emociones,
busco la soledad necesaria, las introspecciones.
Una voraz lucha de titanes desiguales,
donde las dudas roban noches, insomnes vendavales.
Aquí y ahora, revuelve los cajones,
archivadores de la conciencia, grietas y razones.
Cuántos errores, pasos devastadores,
fallos de cálculo, confianzas a traidores.
Pero reconozco: en aquellos entonces,
jugué con naipes marcados, sin comodines.
La vida no engaña, descubre los faroles,
quién tiene escalera real o cuatro ases en la piel.
Y en estos lúcidos minutos de divagaciones,
en este soliloquio… crecen mis humanidades.