_Esferas del gozo_
Tu piel,
una claridad que no ciega,
sólo invita.
Se posa sobre mí
como el sol tibio sobre el agua.
Mis labios te rozan
y es como despertar lento
en una mañana que no apura.
Todo es suave.
Todo es sí.
El tacto respira.
No hay urgencia,
hay brillo.
Hay pulso que no golpea,
acaricia.
Mi sed no arde,
se disuelve.
Como la niebla al amanecer,
como la sal en el mar.
Y tú,
tú te haces luz en mis manos.
Caderas que danzan
sin peso.
Voz que no grita,
sólo canta
en el idioma del temblor.
El mundo se suspende,
como un suspiro flotando en la calma.
Cuando arden las esferas,
no queman.
Iluminan.
Y el gozo —
ese gozo compartido —
es simplemente
ser.