David H. Rosales

Cuerpo vacante

Cuando cierro las cortinas y salgo a la calle, 
dejo a la oscuridad el cuidado de mis cosas. 
Una gran sábana de sombra lo cubre todo 
y lo poco que me pertenece queda soñando
cómo será el mundo sin estas manos 
obstinadas en buscarle sentido a la vida 
interrumpiendo la quietud de lo inerte
y arrancando palabras al silencio. 
Será un mundo idéntico a este mundo 
en el que vuelvo de la calle, abro la puerta 
y entro vestido de luz por el día a mis espaldas, 
resplandeciendo como un fantasma pobremente imaginado. 

La oscuridad no tarda en arroparme
y siento que mi única diferencia
con los libros, los discos, la cama, 
las paredes y los apagados espejos 
es una mente cansada de sí misma. 
Llega la noche. Tras las cortinas cerradas 
apenas existo junto a las otras cosas. 
Soy uno con la sombra. O soy nada.