En la noche se cuela un eco frío,
un susurro de lo que fue, perdido,
la distancia tejió su cruel manto,
y en mi pecho anidó este quebranto.
El reloj marca horas sin fin,
pensamientos que giran hacia ti,
te imagino libre, sin mi sombra,
mientras yo cargo lo que me sobra.
Duele el silencio, duele el adiós,
una herida que no explica su voz,
quisiera soltar, dejar de sentir,
pero el corazón se aferra a existir.
Sin embargo, entre grietas de dolor,
baila un rayo de mi propio valor,
quizá el sueño me robe este peso,
y despierte más mía, más de eso.