Tuve el Don de mirarte
sin gemir, sin llorar
pues ahí estabas
lejos, tan lejos
a mi lado
sonriendo, un par de lágrimas.
Sin mueca falsa en tu boca,
las lágrimas cayeron
con tal fuerza
que al Sol lo cubrió una nube
y ráfagas de Luz
volaron hacia mí.
Tu voz, fuerte, segura,
tus palabras hirientes
el aliento, y la figura de la letra
desprolija y ausente.
Y con esas palabras de cuchillo
con sangre
tajeaste el corazón.
que solía latir
al compás de tu risa,
de tus pasos,
de tu respiración...
Yo la loca, la demente
perdida en cada letra de tu nombre
caí, en soledad,
desesperada,
besando cada resto
del pasado.
Y allí,
desangrándome eterna
tuve el don de mirarte
agradecida,
plena,
y sin remordimientos
ni culpas,
ni miedo
susurré dos palabras.
Te despedí sin llanto
y te miré
hasta que ya no se oyó
un sólo paso.
Te fuiste de mi vida
Tú, mi amado.
Y caída aún
con la mirada fija
en el sonido inerte
de unos pasos,
te sigo esperando.
A.E.C