Alguien tomó de un ramo,
un clavel de invernadero,
es uno más del montón,
y es de rojo bermellón.
Luce soberbio y erguido;
se siente especial y distinto;
se regodea simplemente,
porque es \"el elegido\".
Una noche festiva,
un banquete a semejanza,
el apuesto anfitrión
prende el clavel suavemente,
y lo inserta en el ojal.
Engalana la solapa
entre risas y burbujas;
a pesar de la jarana,
acapara la atención
de los flashes y miradas
con su porte sin igual...
el clavel de la pasión,
de rojo bermellón.
Llegando la madrugada
la fiesta toca a su fin,
desechado y arrollado
entre sobras y despojos,
ni siquiera es uno más,
uno más del montón,
el mismísimo clavel...
el de rojo bermellón.