Gracias, maestro, por tu mano extendida,
por ser la guía que en mi vida brilla.
Con paciencia infinita fuiste mi faro,
iluminando caminos en cada paso.
Tus palabras fueron semillas en mi alma,
creciendo en valores que en mi corazón guardo.
Me enseñaste mucho más que libros y letras,
me diste lecciones de vida eterna.
Hoy te agradezco por ser inspiración,
por ser el mentor que formó mi razón.
Nunca olvidaré tu entrega y constancia,
siempre serás parte de mi esperanza.