Rosario_Bersabe

La muerte del ruiseñor

Perdió su aroma la rosa,

perdió su brillo el lucero,

y  quedó seca la fuente

y en silencio el cancionero.

¡Qué doliente y compungido

quedó el madroño y el cedro,

donde posabas tus alas

y trinabas satisfecho!

Ya la luna no te busca

para acompañar tu empeño,

de esconderte entre las ramas

del sauce y del pino viejo.

El sol no manda sus rayos

para calentar tu cuerpo,

ni te arrullan las palomas

ni te cantan los vencejos.

Ya no vienes a mis manos

a buscar entre mis dedos,

luciérnagas encendidas

para guiarte en tu vuelo.

Y al pie de la gran encina,

ya te arropan los jilgueros,

con una manta de estrellas

entre lamentos de duelo.