Raiza N. Jiménez E.

Amor Eterno.-

Llora, es que su dolor, no se ausenta de su triste alma.

La miran y critican esos que, no saben de sus plegarias.

Triste y acongojada, va por sendas oscuras y en calma.

Se ha muerto su  Ruiseñor y Ella, va cantado sus Arias.

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Vive de su voz esa madre y se consuela, con sus cantos.

Solo Ella, conoce el dolor que, se acuna, en su triste ser.

Todo era amor y paz entre los dos y hoy solo hay llantos.

Nadie habría creído que, un crío tan sano, iba a fallecer.

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Todo el dolor del mundo, se acuna en su alma maternal.

Han pasado los años y el dolor permanece, en triste vela.

El que no ha perdido un hijo, desconoce, el dolor infernal.

Es mentira qué, al enterrarlo, el recordatorio, te consuela.

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¡Cuando muere un hijo, se va con Él una parte de tu alma.

Hay entereza y brilla la esperanza, pero jamás, hay calma!