Tus dedos,
son flama en la oscuridad de la noche,
luz fastuosa que enciende tus manos,
para consumir mi cuerpo e incinerar los deseos,
que me avivan y abrazan,
hasta transformar mi piel,
en sudor y sangre,
en nube y lluvia,
en pasión y entrega.
Ese anular que devela mis sentidos,
y conjura la sedosidad y lo salvaje,
para mudar de fiera a mariposa,
como animal en celo en medio de la noche,
que ansía la llama para calcinarse a oscuras.
Tus dedos,
con la sublime sensación que convoca los hechizos,
en aromas inmaculados de lavandas y de lilas,
que entronizan en tus ojos ávidos,
la espumosa caricia de tu mano,
como ola marina desnudando la arena,
enajenando el murmullo para convertirlo en ofrenda.