El ser entero va a perecer,
será solo polvo y cenizas,
como el sol al atardecer.
Va cayendo hasta desaparecer,
habrás pasado a ser eterno,
traspasado el umbral
de lo tangible, a lo inmortal.
Nos vamos, sí,
pero se queda algo:
una risa en medio del silencio,
una lágrima incompleta.
Somos las palabras no dichas,
el eco de un abrazo,
un suspiro que no ha de acabar.
Seguiremos en la tierra
en muchas otras formas:
en las raíces del amor,
el árbol de cariño que plantamos
en los recuerdos que dejamos,
en el suspiro de alguien
con el que congeniamos.
Y así,
aunque nos hayamos ido,
seguimos estando,
seguiremos viviendo,
transformados en algo:
un tatuaje en los recuerdos.
Gerald Flores