Tuve la fantasía de bailar contigo..
Cuántas veces en un baile mi cuerpo se movió a tu son?
Cuántas veces mis caderas con las tuyas se juntaron en el ritmo de un tango?
Qué decir de tu mano bajando por mí talle al compás de las notas de una canción?
Cuántas veces en la tenue luz de aquel bello salón
rozaste tus labios con los míos, con deseos de poseerme cantándome una canción?
Ahora recuerdo tu cuerpo buscando el mío yo sentí como tu piel se pegaba a la mía
bailando la melodía \"siempre serás mía\"
hermosamente se escuchaba y hermosamente te sentía.
Recuerdo con alegría tu pierna enredada en la mía
y empezamos con gran alegría bailando un tango,
“Por una cabeza” de Carlos Gardel.
En cada paso me llevabas al compás del tango,
en cada sintonía nos dábamos besos de amor y nuestros cuerpos
se movían, y mis senos erguidos se quedaban recargados en tu pecho,
sentía que me faltaba el aire, y de tú de tu boca me pasabas aire para seguir
bailando, y me decías susurrándome al oído...
-Contigo bailaría mil tangos sintiendo tu cuerpo sobre el mío-
y mí cuerpo se balanceaba encima del tuyo, sentía los latidos de tu corazón sobre el mío.
Recuerdo como si fuera ahorita que el olor de tu piel en mi pecho se fundía.
Tus brazos envolviéndome y aprisionándome, unidos los cuerpos húmedos y sudorosos
envueltos en vorágine de deseos, al compás de un tango,
erotizados por el baile juntándose el sudor que bajaba...
bajaba por entre mis piernas, enredado tu cuerpo con el mío,
en fantasías, deseos, pasiones de una noche, bailando tango.
sintiéndonos, amándonos, gozándonos de sentir piel con piel.
Bailaré contigo toda la vida si te quedas conmigo bailando la vida?
Siempre tuya, siempre mío. Ojos míos, de mi querer!
Alicia Pérez Hernández... México
No es la pluma la que escribe, es el alma
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Yo no quiero morirme sin saber de tu boca.
Yo no quiero morirme con el alma perpleja
sabiéndote distinto, perdido en otras playas.
Yo no quiero morirme con este desconsuelo
por el arco infinito de esa cúpula triste
donde habitan tus sueños al sol de mediodía.
Yo no quiero morirme sin haberte entregado
las doradas esferas de mi cuerpo,
la piel que me recubre, el temblor que me invade.
Yo no quiero morirme sin que me hayas amado.