Camino entre sombras y vientos,
donde el eco murmura mi nombre,
los años se vuelven lamentos,
suspiros que nunca se esconden.
Las cartas de tinta olvidada
descansan en cofres de roble,
susurran promesas selladas,
amores que el tiempo no rompe.
Los rostros de antaño relucen,
se pintan de luces doradas,
son huellas que nunca se esfuman,
son voces que nunca se apagan.
El ayer es un faro encendido,
una llama en el frío del tiempo,
y aunque todo parezca perdido,
su latido aún vive en mi pecho.