Alberto Escobar

Yo no lo leería...

 

 

 

He repasado la página de word donde
me apunto cosas —a veces —última
mente más de lo que sería recomenda
ble— me da —a falta de citas de cabe
cera—ya no me da por eso —al menos
últimamente—, me da por hacer un re
paso de arriba abajo a la susodicha pá
gina para, si me llama la atención al
go que escribí, tomarlo como pie para
—tirando de ese cabo de hilo— tejer
una albertada cumpliendo con este ab
surdo publicar a la semana tres escritos.
Ahora el sol se rebela, está como reinvin
dicándose tras un aguacero como ecua
toriano que —hace apenas media hora—
ha presionado granizatoriamente contra
la placeta de abajo, donde los perros de 
los vecinos corren —como ya os conté—,
y desde aquí, a salvo de marejadas mojan
tes, le animo a sentar sus reales en un en
torno, el mío, el sevillano, donde el sol, a
hora, parece haber sido desalojado de su
sempiterno trono por la Virgen de la Cueva.
He repasado otra vez la susodicha —es don
de estoy escribiendo— por si alguna palabra,
anotación, acotación, glosa, aditamento, no
ta, me viene al pelo para añadir a este relle
no sin sentido ni razón (ninguna me viene,
aunque cuando la repasé por primera vez
antes de empezar esto me entró la palabra
Ramón y Usun Yun). 
Ya es tarde. Vuelco esto para que lo leáis
—yo no lo leería...