En un cielo de zafiro profundo,
donde el amor viaja cual nube al viento,
un campo verde, secreto y fecundo,
de flores que inspiran dulce sentimiento.
Un árbol de blanco, cual novia en su día,
ofrece sus flores, promesa de amar,
otro de verde, con tierna alegría,
bajo el sol naciente, comienza a soñar.
El sol, cual mirada de amante sincero,
irradia la escena con cálida luz,
un despertar donde el amor es primero,
en este paisaje que el alma seduce.
Las flores azules, cual ojos amados,
se abren al día con suave pasión,
las blancas, pureza de votos sagrados,
unidas en danza de dulce emoción.
Este paisaje que el alma enamora,
es eco del amor que en el pecho reside,
en cada detalle, la vida atesora,
la fuerza del afecto que nunca se olvide.
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