Soy un cúmulo de pedazos,
recuerdos rotos,
echados a la papelera
como cartas sin destino.
Soy el balde donde caen
mis lágrimas dormidas,
la bóveda callada
de nudillos
destrozados por la impotencia.
En mis ojos
se han gastado los pesares,
y el aliento,
deshecho en suspiros,
espera aún
una sorpresa
que me ilumine.
Soy el mapa desgarrado
de la memoria:
mis caídas,
mis errores,
todo lo que fui,
todo lo que ya no.
Todo lo que quise
y aún no tengo.
Soy todavía
un camino sin explorar,
una ruta
que no se atreve a comenzar.
Tal vez,
soy un amor sin vivir,
o un amor
que jamás vivirá.
Pero soy,
ante todo,
el imperfecto intento
de hacer lo mejor
con lo que hay,
o morir
en el intento.