TIERRA SEDIENTA
Grietas como bocas abiertas,
imploran al cielo mudo.
La tierra, piel reseca,
se deshace en polvo desnudo.
Ríos, venas sin sangre,
se pierden en la memoria.
El sol, tirano implacable,
borra toda acuosa gloria.
Nubes, espejismos crueles,
pasan sin derramar consuelo.
Árboles, antes verdes fieles,
son esqueletos bajo el cielo.
La vida, en susurro tenue,
resiste en cada gota escasa.
Esperanza, semilla leve,
germina en la tierra escasa.
¿Cuándo volverá el abrazo
del agua a esta tierra herida?
La sequía, cruel regazo,
nos enseña el valor de la vida.
© Corazón Bardo