Enrique Fl. Chaidez

Rosa métrica

 (silva)

 

Darle forma al jardín imaginario

es recrear la rosa en el vacío,

hacer que aromen las palabras sueltas

el vuelo de botánicas esbeltas.

Nace en hipérbole el gracioso río

que humedece el aliento del poeta,

torrente polimorfo

anhelando su orilla más secreta.

Allí despliega un bosque instrumental

su olor de vuelo terso,

bandada vegetal

que se libera en lúdica armonía.

Jardín del universo

la flor que se replica en cada boca,

y suma la emoción o la agonía

de todo oidor que toca.

Recitar el amor

es saber de su cómplice la flor,

suplicante caricia a la criatura

dispuesta a su ternura

—enamorar gentil con la ilación

de rosas en los labios, y dejar

que un beso aspire en ellos la fragancia.

Ah la imaginación:

El viejo Edén pervive en tal lugar

madurando las vastas maravillas

y aun el ritmo que adorna a la distancia

la casa de mis métricas sencillas.

También cabe soñar la Primavera

sobre el brote del aria florecida

que en el bosque del bardo se produce.

Nadie a la rosa llama prisionera

cuando en el verso luce

al aire extrovertida.

Y cuán gozosa vida

la que en canto y aroma, amor trasluce.