Escuchaba, desde mi ventana, los gorjeos de las aves.
La insistencia del sonido y el aleteo llamó mi atención.
Fui a ver qué, pasaba y me acerqué, con pasos suaves.
En el jardín hay nueva vida y tal, me llenó de emoción.
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No era una, eran varias moticas de escasos plumajes.
Recordé qué mamá, no quería a esas aves, muy cerca.
Era difícil cumplir sus manías, en esos densos parajes.
Recuerdo mis sufrimientos, ante esa madre tan terca.
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Nunca entendí, su actitud y disgusto ante las palomas.
Menos qué, fueran odiadas y, salud, para el enfermo.
Aún hoy, sigo sin entender esas charadas y/o bromas.
Lo oigo y para mí, sigue siendo, un argumento yermo.
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¡Hoy, no desdeño el vegetarianismo, cómo la opción.
No soy vehemente y respeto a los otros, su elección!