Lara A.

Cartas al viento

Desde hace un largo tiempo le escribo cartas al viento; 

En lo que hemos compartido, puedo decir que fuimos aprendices fortuitos del otro. 

Con la dulzura de un niño al que acarician con amor, supo enseñarme a danzar con libertad entre la brisa y la marea; 

Soltar poco a poco mis anhelos más profundos a las llamas y fundirme entre cenizas; “al fin y al cabo no hay renacimiento sin antes la destrucción completa del ser” solía decirme. 

Pero por otro lado, entre mi ira y melancolía confundiendose, conmigo aprendió de la entrega;  

Incluso supo escuchar la lección más importante que pude haberle obsequiado, y es que dos ráfagas encontrandose jamás serán las mismas una vez que pase la tormenta, 

Que si éstas se envuelven, pueden crear en igual proporción tanto vida como caos; pero es justamente por ello que uno debe brindar su corazón cuando sienta que esto sucede, o podría arrepentirse por toda la eternidad...