Asel

De mi Flor Rosada

No pude ver tus ojos abrirse a la vida

ni pude sentir primero tu sutil aliento.

No pude arrullar tu llanto de preciosa niña

ni acariciar tu cuerpo suave como el viento.

 

No pude enamorarme de tu alma encendida

ni reír con tu risa, alegre y contento.

No pude, con tu inocencia, cerrar mi herida

ni verte dormir, princesa, en mi aposento.

 

No pude amarte desde siempre, como ahora,

igual que una rosa que se atesora

y se queda en el corazón guardada.

 

No pude sentirte eternamente mía,

pero una cosa me llena de alegría:

serás por siempre mi bella flor rosada.