Me he sumergido en la escritura,
y encontré ese rincón donde puedo hacerme bolita,
donde el mundo calla
y yo por fin escucho.
Allí hallé una “tú” que no eres tú,
un “yo” que ya no soy yo,
y un algo que —tal vez— pudo haberse salvado.
He conocido más de mí
y de aquellos que el tiempo fue dejando atrás.
Me he reído con lágrimas que caen de ambos lados,
y he amado sin tener a nadie a mi lado.
Gracias, escritura,
por mostrarme que mi vida no estaba en blanco,
que las palabras guían los pasos del alma,
y por quedarte, firme,
cuando yo más quise hacerte a un lado.