Caía la húmeda lluvia sobre
El lecho; aún su tibio tacto.
Entre sábanas de lino blanco,
Bajo la techumbre de coral rosa
Perforada por las ramas de aquel
Álamo blanco de hojas verdes;
Amarillos los pétalos de la hiedra, y
Entretejía sus tallos alrededor del mástil
Que sujetaba el dintel de la desvencijada puerta,
Bajo cuyo marco el agua filtraban
Los guijarros entre los que brotaba la maranta y
Dirigía sus anaranjadas hojas hacia aquella descuadrada ventana,
Donde yacía acodada sobre el alfeizar,
La desnudez de aquella mujer de negros cabellos
Y reluciente cuerpo, del lloroso manantial aguacero
¡Una blanquecina sábana esculpió a la verdadera hembra ¡