Alguna vez soñé con su ternura,
con un amor tan puro y tan sincero,
y hallé en sus ojos luz de un mundo entero
vestido de esperanza y de dulzura.
Entre suspiros nace la palabra
que en mi pecho dormía silenciosa,
y al pensar en su risa tan hermosa,
mi alma sin querer se descalabra.
Hay algo en su mirar que me desarma,
un fulgor que no entiende de razones,
y aunque intente guardar mis emociones,
su luz se cuela honda y me desarma.
Cuando pronuncia el mundo con su acento,
la brisa se arrodilla en su presencia,
y el tiempo, en su noble y fiel obediencia,
le rinde el universo en un momento.
No hay fuerza que supere su ternura,
ni verso que describa su belleza,
pues fue dibujada con sutileza,
y el cielo la envolvió con su dulzura.
Alguna vez, quizás, me sueñe ella,
como yo la he soñado tantas veces,
y en su silencio guarde las promesas
que nacen de una lágrima más bella.