William Pérez Mederos

El disfraz del inocente

 

 

Te vi llorar con los ojos secos,

te escuché jurar verdades

con la lengua llena de excusas.

Llevabas puesta una máscara

tan bien hecha,

que hasta tú mismo creíste

ser inocente.

Justificas lo torcido

con palabras brillantes,

como si el brillo

pudiera ocultar la mancha.

Hablas de bondad,

pero calculas beneficios.

Te proclamas víctima,

cuando en realidad diriges la obra.

La humildad te es ajena,

la culpa es siempre del otro.

Fabricas argumentos

como armas,

como trampas.

Pero el tiempo no compra discursos.

Y algún día,

cuando el disfraz se caiga,

tendrás que verte tal cual eres:

un experto en verdades a medias,

un arquitecto del engaño.