Caigo de nuevo en las sombras
cubiertas de falso oro,
tenues faros que a su modo
dan su luz, siendo tan poca.
Destellos de luz sin fuerza
que el invierno ha condenado,
siluetas del pecado
torturándose en candelas.
Suave luz que no ilumina
la oscuridad mas profunda,
y luchan queriendo ser puras
la llama, de algunas velas.
Caigo de nuevo, y a oscuras
en el silencio invernal,
que atrapa mis pensamientos
y mi forma, de pensar.
Oscuridad que se lleva
entre los miedos mi alma,
y no hay luz, vela ni llama
que me pueda iluminar.
Luz que alumbra mi noche
colmada de oscuridad,
suave rayo que me da
ilusión a que soporte,
esta inmensa soledad.
Esta angustia condenada
por letras que no tienen vida,
y espero la luz del día
que ilumine mis palabras.
Vida a oscuras enfermada
entre sombras de poesía,
agonizante esta vida
que me tortura y me mata.
Vuelvo a caer en las sombras
esperando luz del alba,
suplicando que esa llama
ilumine mis estrofas.
Pero sigo consumido
por el poder de las letras,
y me siento cual poeta
que ni sabe ni ha sabido.
Sombra que haces que caiga
una vez y otra vez mas,
llévate la oscuridad
y dame la luz ansiada.
Haz que la luz pueda ver
que la noche, sea mañana
que note que mis palabras
cobren vida otra vez.
Si la luz que dan las velas
ni es suficiente, ni vale
haz que brillen mis poemas
no dejes que se me apaguen,
dame la luz del poeta
antes que sea muy tarde.